nosotros acogemos en nuestra casa –esta iglesia– a Dios que pasa frente a nuestra vida, para estar con él, conversar e invitarlo a nuestra mesa del altar, trayéndole los frutos de nuestro trabajo. Pero es él quien no da el verdadero regalo desde ese altar, alimentándonos con su propio Cuerpo y Sangre, y prometiéndonos, con sus palabras, la fecundidad y la plenitud de la vida.
Domingo 16 – Tiempo Ordinario
Publicado en: Homilias, Homilías 2022
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