Te saludamos, María,
en este mes de primavera y esperanza,
con cantos y oraciones, con fe y con alegría.
Damos gracias a Jesús, tu Hijo y nuestro Salvador,
porque desde la cruz quiso hacernos hijos tuyos.
Desde entonces, tu corazón de Madre
nos protege y abraza para siempre;
desde entonces intercedes por nosotros,
y por tu entrega sin reservas a la voluntad del Padre,
nos enseñas a vivir en Cristo.
Te saludamos, María.
Tú, que te dejaste moldear por el Espíritu Santo
y viviste en plenitud el Evangelio,
¡enséñanos a tener los sentimientos de tu Corazón,
las actitudes de tu vida, las palabras de tu Cántico!
Tú, que creíste en las promesas y las viste cumplidas,
¡enséñanos, a ser perseverantes en la fe,
firmes en la esperanza, radicales en el amor!
Te saludamos, María,
y fortalecidos por tu amor de Madre
seguimos trabajando por un mundo nuevo,
constructores de justicia y de paz para todos,
portadores de la Buena Noticia de Jesús
en frágiles vasijas de barro.
Madre de los pobres, Esposa de la Iglesia,
Señora del Adviento, Estrella de Chile,
Virgen fiel, valiente y sencilla,
intercede por nosotros hoy y siempre,
y acompaña nuestra vida cada día. Amén.