Encontrarnos nuevamente en la Casa de Macul fue una invitación obligada a recordar el último retiro del año 2019. Un retiro en medio del ambiente social del 18 y 19 de octubre, que acompañaban a nuestro querido Chile.
Recuerdos que enlazamos con las vivencias, de los últimos casi dos años de pandemia. Esta fue la introducción del retiro.
Meditar y compartir lo que llevábamos en “la mochila”, fue la primera lámpara que encendimos y la introducción de nuestro retiro de fin de año 2021. Esta sentida introducción abrió las emociones, para disfrutar con todos los sentidos, del silencio y la naturaleza de la Casa de Macul. Un silencio guiado e inspirador, que nos invitó a un encuentro personal y profundo. Un silencio que nos acercó al corazón de Jesús y que nos abrió la gracia de escucharlo.
Un retiro que en lo personal me comprometió a descubrir, en el día a día, que: “El hace nuevas todas las cosas”. A disfrutar en firme esperanza y abandono, su modo, sus tiempos… su infinita MISERICORDIA.
Nos acompañamos de papel y lápiz porque “lo escrito, escrito está” y de un buen celular para registrar los regalos de la naturaleza y los momentos compartidos.
El retiro fue tiempo de oración, reflexión y de alegría. Reírnos de nuestras propias torpezas en un espacio de cariño y compañía fue otro regalo del cielo.
Agradezco profundamente al Sagrado Corazón de Jesús y María, que junto al Padre José Vicente tejieron este Retiro 2021 . Al Espíritu Santo que sopló e inspiró la reflexión, la oración, los cantos y la risa.
Gracias Keka por asumir la coordinación de esta Comunidad y por permanecer en el desafío de reunirnos en la presencialidad. A cada uno por su entrega generosa y desinteresada en escuchar y compartir. A los ausentes que estuvieron presentes en nuestras oraciones.
Hasta un próximo encuentro.
Bea
